Se me encoge el corazón cuando Valeria, mi hija de 7 años, me dice que no me recuerda con pelo. Puede paracer algo sin importancia, pero me encantaría que me recordase con mis pestañas, mis cejas y mi bonita melena morena que yo añoro de vez en cuando.
Una de mis preocupaciones cuando se me empezó a caer era como ella se sentiría, cómo le afectaría tener una mamá calva y con qué recursos contaría si alguien le hablara de mi condición con menosprecio. Sus ojos de asombro cuando aparecieron las primeras calvas redondeadas y el no querer hablar del tema me hacía sentir que algo en su interior no iba bien.
Cuando empezó la caída, intenté normalizar la situación, le decía que no pasaba nada, que sólo es pelo y que yo seguía igual de contenta. La reacción siempre era la misma, ni una palabra, se daba la vuelta y se iba... No conseguía entrar en su mundo, lo cual me volvía loca... Hasta que un día decidí hacer lo que muchas veces proclamamos y no siempre hacemos: decirle la verdad. La senté en mi regazo y le dije: sabes que mamá está muy triste, se me está cayendo el pelo y me siento muy mal, por eso lloro mucho y no juego tanto contigo. Ella me miró y me preguntó: "¿Te vas a quedar calva?". Mi respuesta fue Sí, pero seré feliz sin pelo, y volveré a reír y haremos un montón de cosas divertidas juntas, porque soy fuerte, somos fuertes.
En ese momento su actitud cambió, empezó a hablar sobre mi caída, recogía los pelos del suelo con total normalidad y los tiraba, jugábamos en la bañera, y se reía de no necesitar tapón para que se llenara, ya que mis pelos en seguida lo atascaba. Me ayudaba a elegir los pañuelos y gorros que me ponía y le encantaba ponérselos ella. Sí, sé que ella lo pasó mal, pero no por mi pérdida de cabello, sino por verme desesperada y triste, lo cual me dió una perspectiva muy distinta de los duros momentos por los que estaba pasando.
Otro momento delicado fue el día que me rapé, la situación se había vuelto insostenible, tenía mas claros que pelos y ya no tenía forma de disimularlo, los gorros dejaron de ser una opción. Estaba pasando unos días junto a mi padre en la playa, y llevaba días ofreciéndose, así que se lo pedí. En 5 minutos me volví calva. Valeria estaba jugando con nuestra perra, me acerqué para mostrarla mi nueva imagen, me miró, me dijo "pues estas muy guapa" y siguió con lo que estaba haciendo. Me sorprendió una vez más, yo estaba entre asustada y liberada, y esperaba cierta reacción por su parte, pero recibí normalidad... esa ansiada normalidad.
Después de raparme y liberarme, las cosas empezaron poco a poco a encajar, empecé recuperar mi autoestima, empecé a usar pañuelos, gorros, pelucas y cualquier cosa que se pudiera llevar en la cabeza, me empecé a sentir bien y eso son cosas que notan los niños.
Cuando Valeria volvió al colegio, yo me había convertido en su nueva mama calva, y volví a temer esta vez a la reacción de sus compañeros, y cómo una niña de 5 años puede explicar esto a sus amigos. A la semana de empezar el cole, la estaba esperando en la salida con una preciosa peluca recién estrenada. Cuando me vio a lo lejos, empezó a gritar: "Mirar, mi mamá, mi mamá lleva una peluca nueva!!, Mamá!! A que sí!! A que es una peluca!! Es que mi mamá lleva peluca!!" Cuando un batallón de padres, otro de niños, y algún profesor te miran entre sorprendidos, preocupados y divertidos te sientes muy pequeña, y sólo quieres que la tierra trague. Desgraciadamente esto no sucedió, así que simplemente contesté: "Sí, llevo peluca, ¿te gusta?". A día de hoy creo que ese día Valeria me dio un empujón más hacia la normalización y aceptación de mi situación.
Ella no se avergüenza de tener una mama calva, creo que en ciertos momentos incluso está orgullosa de tener una madre diferente. Le encanta besarme la cabeza, descubrir algún pelo perdido y opinar sobre qué peluca me sienta mejor. Intenta atarme pañuelos, de momento sin mucho éxito, y me recuerda la suerte que tengo ahora en verano, ya que estoy super fresquita... Y lleva razón.
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He llorado, pero te doy las gracias porque haces que no nos sintamos solas. Eres única y además preciosa, por dentro y por fuera.
He llorado. Estoy exactamente en ese pubto de caida y nuestras niñas tienen la.misma edad en el mismo.momento de nuestro proceso. Iliria tiene ahors 4 años y 5 meses. GRACIAS POR COMPARTIR
Gracias Marisa! Compartir mi historia con mi pequeña se que ayudará a mamás que como yo, que no sólo han sufrido por su alopecia, sino por cómo iban a enfrentar esta nueva realidad sus hijos... Si una persona sola se siente más tranquila, el post será todo un éxito! Gracias por tu cariño y preciosas palabras! Valeria recibirá ese achuchon como se merece. Otro para ti ❤️
Carolina, eres un ejemplo a seguir. Te agradezco tu generosidad y fuerza para compartir algo tan íntimo y a la vez tan duro y desgarrador con nosotras. No dudo lo mal que lo has podido llegar a pasar, pero teniendo a tu lado ese regalo que te ha dado la vida llamada Valeria, las penas son menos penas. Es una preciosidad de niña y la verdad es que no te mereces menos. Sigue luchando y sigue iluminándonos con tu fuerza y tus ganas de vivir cada día como si fuera el último. Os envío un beso enorme envuelto en un gran abrazo. Un achuchón especial para Valeria
Gracias Laura!! Los niños sin muy resilientes y normalizan las situaciones enseguida! Somos los adultos con nuestros miedos e inseguridades los que lo complicamos todo. Qué graciosa tu sobrina!! Valla bombón! Gracias por tus bonitas palabras y por seguirme 😘